Allí donde solíamos gritar.

7 de abril, 2015. París, Francia

Estoy caminando por la acera de Rue Royale, en plena ciudad de las luces, cuando el alba transforma la noche en un dulce pasar del día. Tal vez sea una leve coincidencia de que en este preciso momento llueva al igual que mi interior al recordarte.

Esmeralda, siempre has sido una persona con mucha personalidad. Alguien que, aunque no lo desea, deja una marca en quien la conoce por primera vez. Un encanto que yo fui capaz de apreciar apenas te ví.

Sigo caminando, recordando todos los momentos que vivimos a lo largo de los años. Las mañanas al despertar juntas, las noches, los cafés después de la cursada de facultad, sonrisas, marchas, llantos, besos, abrazos, diferencias. Momentos que siguen latiendo.

Quién diría que con el danzar del tiempo estemos bailando solas bajo la lluvia de la vida. Tú paseas otros mundos, yo camino por nuestra ciudad de noche.

Veo la entrada de la casa que compartíamos, allí donde solíamos gritar, donde nuestros corazones no estaban en la misma sintonía. Tú tan esperanza, yo tan pájaro que quería libertad.

Han pasado años desde que no nos volvimos a ver... Todavía hoy sigo buscando, allí donde solíamos gritar, el amor. Corrígeme si me equivoco, pero de nuevo volví a vos.

                                             Anastasia

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